Tradicionalmente, los modelos de seguridad y control en las organizaciones responden a implementaciones de prácticas y tecnologías estándares que buscan evitar que el atacante tenga éxito en sus incursiones. En este sentido, los ataques digitales no solo plantean un reto por las brechas e impactos que pueden causar, sino por aumento de la incertidumbre que traen sus acciones sobre los modelos de protección vigentes. Por lo tanto, se hace necesario explorar alternativas que inviertan la ecuación del incierto (amenazas) sobre el territorio del adversario, para lo cual se introduce el modelo ADAM, como una propuesta conceptual para comprender las agresiones informáticas y guiar la actualización de las estrategias de seguridad y control disponibles a la fecha, y, desde allí, el despliegue de las herramientas tecnológicas más ajustadas al reto de confundir, disuadir e intervenir las acciones del agresor en su propio terreno.