Últimamente he notado, con gran agrado, el crecimiento de la comunidad de profesionistas de la privacidad y protección de datos, y sobre todo que varios jóvenes han decidido incursionar en la materia. En esta ocasión quisiera contarles brevemente mi historia y cómo fue que inicié en estos temas, a fin de invitarlos a hacerlo, si es que aún no están de lleno en ella, o si aún tienen dudas respecto a cómo enfocar su carrera.
En el 2009 tuve mi primer contacto con la materia, en el Diplomado en Tecnologías de la Información y Comunicaciones ofrecido por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM); uno de los módulos trataba justamente sobre la protección de datos personales. Aunque, sin duda, el tema me pareció sumamente interesante cuando lo escuché por primera vez, nunca pensé que fuera tan relevante en nuestras vidas, que incidiera en tantas actividades y que requiriera de tanta especialización.
Al año siguiente, el 5 de julio de 2010, se publicó en México la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares, una ley esperada en el país después de varios intentos legislativos y reformas a la Constitución para reconocer a la protección de datos personales como un derecho independiente y fundamental, y no sólo como un límite al acceso a la información y la transparencia.
Solía trabajar en un despacho de práctica general y las consultas respecto a la nueva ley no se hicieron esperar, así como la necesidad de establecer y desarrollar una nueva área dentro de un despacho de práctica general con clientes multinacionales y grandes corporativos que requerían de asesoría en la “nueva” materia en México. Como era casi obvio, muchos no queríamos salir de nuestra zona de confort y aventurarnos al estudio de una materia desconocida y mucho menos desarrollarla como una nueva área dentro de un despacho. ¿Por dónde empezar? ¿Qué servicios ofrecer? ¿Sería ésta una materia con futuro o una ley que se convertiría en letra muerta? Eran muchas las interrogantes, pero también mucha la presión por parte de los clientes de saber cómo se desarrollaría la ley en México.
Realmente no quería hacerme cargo y tampoco sabía por dónde empezar, pero era yo quién en algún momento había estudiado algo sobre protección de datos. Fue así como, gracias a este impulso obligado, la nueva ley en México, la necesidad de desarrollar una práctica y a las tecnologías de la información y comunicaciones, encontré a la International Association of Privacy Professionals (IAPP, por sus siglas en inglés). Es importante aclarar que no lo digo porque ahora forme parte de la asociación como directora para América Latina, sino porque realmente encontrar a la asociación representó una gran oportunidad profesional para mí.
Empecé a involucrarme en los distintos foros y espacios que ofrecía la IAPP y como era de esperarse no eramos muchos los profesionistas de América Latina. Pronto ya me estaban invitando a ser panelista en algunos de los foros y no porque supiera mucho del tema (eso es una realidad) pero porque no había alguien más a quién dirigirse. Pero bueno, fuera cuál fuere la razón, ello representó una gran oportunidad para mí, pues me permitió estar en contacto con gente realmente experta en la materia, que me empezó a incluir y a hacer parte de la comunidad de la privacidad (“the privacy community”).
Como miembro que soy de la IAPP, me atrevo a decir que la asociación me abrió las puertas de la privacidad y la protección de datos personales y que, gracias a ella, los espacios de intercambio que ofrece, los profesionales que reúne, las herramientas que tiene disponibles y las oportunidades que crea, hoy en día mi vida profesional gira en torno a la protección de datos personales.
Contándoles brevemente mi historia, es como quisiera invitarlos a que se aventuren a entrar al mundo de la privacidad y la protección de datos y se den la oportunidad de aprender cosas nuevas; se trata de una materia que tiene que ver con todas las aristas de nuestra vida, desde que nos levantamos, con el sonido de nuestro Smartphone que nos indica que han pasado las 6 o 7 horas de sueño reparador, pasando por la contabilización de los pasos que dimos en el día y las calorías que pudimos quemar, el tiempo que pasamos en pantalla, los sitios que visitamos, las transacciones en línea y nuestra ruta al andar en el auto o el autobús, hasta que suena otra alarma indicándonos la hora de dormir para tener un buen sueño y estar listo para las juntas del día siguiente, que va de la mano de las tecnologías de la información e innovación, así que nunca habrá tiempo para aburrirse.
A continuación incluyo un enlace de LinkedIn Live, donde cuatro estrellas en ascenso de la privacidad, incluyendo tecnólogos y abogados, comparten historias, ideas y consejos sobre cómo establecer un camino hacia una carrera en la materia.
Esperando que cada día seamos más los que formemos parte de esta gran comunidad, me despido, enviándoles un cordial saludo.
Atentamente,
Rosa María