Estamos por llegar al final del año, ¡qué rápido ha pasado! Apenas parece que fue ayer que estábamos festejando el Día Internacional de la Protección de Datos en enero. Ahora, ya estamos pensando en la celebración del próximo 28 de enero del 2020, así como en la Conferencia Internacional de Comisionados de Privacidad y Protección de Datos, que tendrá lugar en la Ciudad de México en la segunda mitad del año, y otros importantes eventos que se generan alrededor de la protección de datos.

Parece que el 2020 estará lleno de sorpresas para los profesionales de la privacidad, sobre todo en América. Se habla de una ley federal de privacidad en Estados Unidos, de la entrada en vigor de la CCPA, de la promulgación de diferentes leyes integrales de protección de datos en Centro América y muchas cosas más. Así que estemos atentos y mantengámonos cerca de las publicaciones, estudios y herramientas que ofrece la International Association of Privacy Professionals

Por otro lado, no sé si se deba a la edad, los hijos, la familia o qué cosa, pero cada vez me preocupa más el mundo en el que vivimos y la facilidad con la que se manejan nuestras vidas desde un dispositivo, la dependencia que tenemos de ellos, la Internet, los servicios en línea, las redes sociales, etc. Cada vez nos volvemos más conocidos ante los ojos de desconocidos, que probablemente nunca nos han visto en su vida pero que conocen más de nosotros que nosotros mismos o nuestros mejores amigos con los que hemos convivido siempre. Cada vez tenemos menos contacto personal y presencial con las personas; cada vez mas nos alejamos de la realidad, de la naturaleza, de lo simple. ¿Será que me estoy haciendo mayor y que veo lo que muchas veces no entiendo como algo inalcanzable y aún más difícil de comprender? ¿Será que a los más jóvenes ya no les interesa tener cosas privadas? ¿Por qué hacer uso de redes sociales en exceso y sin un aparente interés para que se conozca todo de mí?

Es cierto que pertenecemos a una generación y realidad muy diferente a la de nuestros hijos, pero me parece que los valores siguen siendo los mismos en un contexto diferente al cual se deben adaptar. Es así que hay que preocuparnos y ocuparnos de generar conciencia en nuestra familia nuclear para, a su vez, generarla en la sociedad. Hay que estar conscientes del valor de la información y de los derechos que tenemos como personas. ¿Cómo esperar que terceros respeten nuestros derechos si nosotros no los conocemos, ni los hacemos valer?

Leía un artículo de Husna Siddiqi, publicado en la IAPP, donde habla de por qué debemos preocuparnos de la privacidad en nuestra vida personal y privada y bien dice que todo empieza en casa, lo cual me parece totalmente cierto.

Está en nosotros, como titulares de datos personales–pero también como probables representantes de un responsable de datos–, el correcto tratamiento de los datos personales y la conciencia que se tenga del valor y cuidado de la información. No dejemos de lado que, por más pequeños que nos parezcan, hoy en día la realidad de los niños es otra y deben estar preparados para enfrentarla. Si antes la privacidad y la protección de datos no era una materia obligatoria, ahora debiera serlo, pues solo así se generará conciencia y se conocerá del tema, dando como resultado natural la implementación de los deberes y obligaciones por aquellos que tratan datos personales en el curso normal de sus negocios.

Si bien el mundo ya no puede funcionar sin información, también es cierto que hay que ser conscientes de ella y tratar, en la medida de lo posible, de limitar el uso de nuestra información y su divulgación sin medida. Como reflexión de fin de año, hay que ser conscientes del valor de nuestros datos y el uso que le damos a los mismos ya que las conductas que llevemos a cabo hoy pudieran no ser reversibles y probablemente nunca olvidadas.

Les deseo felices fiestas en compañía de sus seres amados y un año nuevo con muchas emociones, sorpresas en cuanto a la materia y nuevos profesionistas.

Saludos,
Rosa María