El vertiginoso e imparable avance del comercio electrónico nos impacta, avasalla y arrastra. Ya no solo hay que proteger nuestros datos personales del robo o suplantación de identidad, de fraudes, extorsiones, secuestro de datos, ingeniería social y de cualquier otro posible riesgo al usar canales digitales o medios electrónicos. Hoy, necesariamente hay que embarcarnos en el poderoso navío de la Inteligencia Artificial. La legislación nacional, por si sola, no mitiga nuevos riesgos que envuelven decisiones tomadas por maquinas. Ante la IA, requerimos atracar con normas y protocolos internacionales que ofrezcan certidumbre, tal cómo se presenta en la Adecuación al RGPD de tratamientos que incorporan Inteligencia Artificial, recientemente publicada por la Agencia Española de Protección de Datos.
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